viernes, 24 de junio de 2011

Doña Rosario

DOÑA ROSARIO

Doña Rosario.
El nombre que tenía algo de mágico
y creo que también lo tiene ahora

Y esa infancia que vos iluminaste
cuando iba a esconderme a cualquier parte
_Debajo de la mesa, por ejemplo_
Para escuchar hablar de vos
es que no había nadie que no te debiera
uno o varios favores
Y ahora lamento que sea tanto lo que ignoro
Tanta las cosas que pensé que las podría preguntar más adelante...
¿O es que acaso creí que vos no eras como los demás?
y que nunca te irías

Se poco por ejemplo
del indio que se fue tan joven
dejando sola
a la tejedora de ñandutí.
Y te sentaste a pedalear la Singer.
Y ordeñaste la vaca _ tal vez la única_
y carpiste la tierra...
¡Y qué fuerte se hicieron esas manos
cuando aprendiste a manejar la azada
pero también si era necesario el látigo!

Y apareció ese gringo. Y me pregunto ¿podrá tal vez saltear una generación la sangre?
¡Que fuerza hay en la mía!
¿De dónde a de salir sino de ustedes?

Y yo no sé si es que lo supe siempre. Pero ahora sí se cuanto me querías
Rosario Galeano de Poujade.

Allá lejos y hace mucho, mucho, mucho tiempo

(A la memoria de Emilio Pujade, que fue un gringo que un día llegó en un barco y Rosario Galeano la mestiza que carpía la tierra y montaba un redomón.)


Ya pasó tanto tiempo...y pienso a veces
que ahí tan solo podría recordarme el alma de las cosas...

En un lugar donde ya casi todos me olvidaron.
Hay un río que escucha tres idiomas
y una casa solariega y anticuada
y un portón que hace ruido
y un aljibe carcomido por la pátina del tiempo
y una tierra llena de óxido de hierro.
Y pienso a veces
que ahí tan solo podría recordarme
el alma de las cosas.

¿Y querrán recordarme aquellas cosas?
Yo no lo sé.
Cuando pisé el asfalto se me pegó a las plantas para siempre.

Ana María Machado
La poeta del Teatro San Martín

Francesito

Yo sí tuve un abuelo que ganara una batalla, maestro León Felipe.


¡Cómo bulle la sangre ante el recuerdo
del Hotel de Inmigrantes!
¡Qué imagen la imagen de esos barcos que traían la panza repleta de ilusiones...!

Catorce años tenías,francesito
cuando entraste en la vida y en la selva a machetazos
y venciste.
Y hoy quiero hablar con vos abuelo,
pero dejemoslo para otro día ¿no ves que estoy llorando?