lunes, 13 de septiembre de 2010

El baberito demasiado limpio (a la que es dos veces madre, la abuela)

Si viéramos dibujarse nuestro contorno...
Si alguna vez pudiéramos ver dibujarse nuestro contorno
y nos hablara lo irrefrenable del impulso
nada podría ya contra nosotros la jauría...

Vida que fluye por la herida de las horas
que se desperdician
sin el asombro diario
de las palabras nuevas e ininteligibles,
y del delantalito cuadrillé,
y el guardapolvo blanco.
Cunita inútil,
y escarpín vacío.
Y baberito demasiado limpio.

—No se ha de engañar tu piel al sentir otra
ni han de mentir tus rasgos al mirarte al espejo
pues fue el milagro
al apoyar las manos
y sentir la inquietud de tus movimientos—
Y siempre, siempre multitud de esperanzas
ante mis chispas
porque la noche en que me sumergieron
tiene millones de luces en sus ventanas
y las calles se alargan en un estertor que
me lleva a arañar las paredes siempre.
Siempre.
Desde que fue torcido el curso
del río de mi sangre.


Ana María Machado
La poeta del Teatro San Martín

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